Nuestro pueblo está en la espera de una nueva orden ejecutiva relativa a la situación que vivimos por la Pandemia. Las informaciones de estos últimos días son alarmantes en cuanto al nivel de contagio y su tendencia ascendente. Es ciertamente preocupante y estamos de acuerdo en la necesidad de tomar medidas de prevención y en lo posible de interrupción de tal avance.

Se ha señalado en los medios de comunicación que una de las recomendaciones que da el Task Force a la Gobernadora es el cierre de los templos. Me parece injusto y desacertado tal medida. En primer lugar no existe un foco de contagio en la mayoría de nuestros templos. Podría darse algún caso aislado en el que se han tomado las oportunas medidas de prevención y cese de servicios. Más no es el caso de la mayoría.

En nuestra Iglesia Católica hemos seguido el protocolo establecido por el Departamento de Salud y asumido por nuestros Obispos. Incluso, las directrices de los Obispos son más restrictivas. Nuestros fieles tienen derecho a celebrar el culto o liturgia propia de su condición bautismal. El estado no puede interferir en este derecho. Está garantizado constitucionalmente. Por otro lado, es saludable emocional, anímica y espiritualmente el que nuestros fieles tengan la fortaleza y motivación que les brinda su fe para enfrentar las dificultades del momento presente. La salud mental y emocional de nuestra gente está alterada con los acontecimientos que hemos vivido en este año.

Todos contemplamos con estupor la irresponsabilidad de los líderes políticos en las recientes elecciones primaristas. Caravanas, reuniones masivas, celebraciones en las que no se respetó el distanciamiento ni muchos usaban mascarilla. ¿Por qué no se tomó acción responsablemente y se suprimieron las tales manifestaciones? Claro, ante el desmadre provocado por la irresponsabilidad de quienes están llamados a ser los primeros guardianes de la salud pública se disparará el nivel de contagio. ¡No culpen a las Iglesias!

Igualmente vigilen de cerca los negocios de venta de bebidas embriagantes. Muchos somos testigos de cómo se reúnen grupos sin protección ni distanciamiento alguno. Aunque en general el sector comercial es cónsono con las reglamentaciones existentes, no dejan de existir comercios que han rebajado el nivel de exigencias. Sirve de poco que tomen temperatura, pongan anti bacterial en las manos, si en el interior del establecimiento están como salchichas enlatadas.

Es necesario ser proactivos, educar, vigilar, sobre todo ser coherentes quienes están en posiciones de liderato colectivo. Hemos de promover un clima de serena exigencia y llevar un mensaje esperanzador, no alarmista. Tendremos que aprender a vivir von la realidad que hoy nos condiciona por cierto tiempo. Creemos espacios de confianza solidaria y demos a nuestra gente la posibilidad de creer en responsabilidad y compromiso.

Unámonos todos los creyentes en una plegaria confiada al Dios misericordioso. La barca hoy esta amenazada, pero como nos dice Jesús: Ánimo, soy Yo, no tengan miedo. 

P. Edgardo Acosta Ocasio

Para El Visitante

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