Desde pequeño Padre Orlando Rosas Muñiz siempre sintió inclinación hacia la vida religiosa, aunque su vocación surgió propiamente en la universidad. El contacto con los jóvenes, y ver que podía ayudarlos, fue una de las primeras inclinaciones hacia su vocación. Además, el poder alimentar a los demás a través de la Eucaristía y celebrar la Misa, siempre llamó su atención.
Sus primeros pasos como servidor en la Iglesia los dio gracias a Monseñor Antulio Parrilla, que visitaba su parroquia en Hormigueros y quien le invitó a ser monaguillo. Sin embargo, no fue hasta 1988 que P. Orlando empezó a participar de los talleres vocacionales. Poco a poco, a través de la conversación con sacerdotes, descubrió lo que el Señor quería de él.
“Curiosamente cuando frecuentaba diferentes lugares con jóvenes universitarios me sentía vacío, pero cuando me quedaba en la Parroquia conversando con sacerdotes me sentía lleno”, confesó el presbítero.
Decidido a responder a su llamado, habló con Monseñor Ulises Casiano, quien le pidió culminar primero su bachillerato. En mayo de 1990, Rosas Muñiz se graduó en Administración Comercial y en agosto entró al seminario. Estuvo un año en Mayagüez en el pre seminario San Idelfonso, y después viajó a Venezuela donde estuvo seis años y se preparó para sacerdote.
El Padre añadió que durante su estadía en Venezuela uno de los seminaristas hizo la oración colecta del 33er Domingo del Tiempo Ordinario que dice Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio porque servirte a ti, Creador de todo bien, consiste en gozo pleno y verdadero.
“Esa fue la primera oración que marcó mi vida. Comprendí que no es servir por servir, sino es servir con alegría. Yo hablo mucho de la alegría, porque como dice el papa Francisco: ‘Un cristiano no puede tener una cara de funeral’. Cristo ha resucitado y es la alegría máxima. Mi sacerdocio es llevar esa alegría de sentirme amado por Dios y de que yo lo amo a Él”, expresó.
El 17 de octubre de 1995 se ordenó junto a otros cinco compañeros en San Germán y este año cumplirá 17 años de ministerio sacerdotal. Sobre su experiencia recalcó que es pura misericordia de Dios y que es un regalo del Señor hacia él. Razón por la que siempre procura transmitir esa misericordia, ese amor a los demás y la alegría de ser cristiano. Precisó que, en efecto, el carisma es servir a los demás con alegría.
El presbítero estuvo cuatro años en la parroquia Nuestra Señora de la Monserrate en Moca, como colaborador con los jóvenes. Luego pasó a la parroquia San Juan Bautista de Maricao, donde estuvo nueve años. En la actualidad, y desde hace tres años, es Párroco de Santa Teresita en Mayagüez.
Padre Orlando es además Presidente de la Junta del Centro de Desarrollo Familiar, Director de Servicios Sociales Católicos, Director Espiritual de Servicios Funerarios Católicos, y los lunes y martes es Capellán de las Siervas de María en Mayagüez.
Respecto a su rol como Director de Servicios Sociales Católicos (SSC), organización que celebra 30 años de servicio en la Diócesis de Mayagüez, se describió como un siervo al que le ha tocado servir a los pobres y ayudar al necesitado. Asimismo, compartió que ha sido una experiencia gratificante e interesante estar en contacto con los menos afortunados.
“Es ver que estoy cumpliendo con lo que decía el Señor: ‘estuve desnudo y me vestiste; estuve enfermo y fuiste a verme; estuve en la cárcel y me visitaste; estuve sediento y me diste de beber. Señor, pero ¿cuándo hice eso? Cuando lo hiciste con el más pequeño lo hiciste conmigo’. Además, el equipo de trabajo que tenemos en Servicios Sociales Católicos hace una labor extraordinaria”, expresó.
Padre Orlando exhortó a los feligreses a dejarse tocar por Jesús, a que se den la oportunidad de abrir las puertas de su corazón a Jesucristo. A su vez, compartió las famosas palabras de San Juan Pablo II: No tengan miedo.
“Cuando uno se deja amar por Jesús, puede amar a los demás, y como dijo el papa Francisco: ‘No quitemos la mirada de Jesús’”, puntualizó.