Este asunto de la Casa Común del que hablábamos en el primer artículo sobre Ecología emocional no es un planteamiento nuevo. En las primeras páginas de la Encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco hace referencia a varios momentos históricos en los que tanto el santo Papa Juan XXIII (3.), como el beato Papa Pablo VI (4.), San Juan Pablo II (5.) y Benedicto XVI (6.), se ocuparon de este tema realizando gestiones concretas al respecto. Incluso dice Papa Francisco: “El Papa Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente natural, está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable”. Es decir, la forma en la que actuamos afecta profundamente nuestro entorno. De hecho, la conexión existente entre nuestras acciones y el estado de nuestro “medio ambiente”, al que la encíclica mencionada se refiere como nuestra Casa Común, es inequívoca. La encíclica (139), profundiza en la reflexión y concluye que la crisis mundial es una socioambiental que requiere ser atendida de forma integral, tomando como punto de referencia la interacción entre ambos aspectos.
Inteligencia emocional
Un ejemplo magnífico de inteligencia emocional es precisamente la forma como nuestro Papa Francisco, atiende cada asunto relacionado a otras doctrinas, culturas, creencias. El Papa, en cada interacción con otras personas, manifiesta sensibilidad y empatía. Un ejercicio efectivo para aprender del Santo Padre, puede ser observar los videos que se han publicado de sus visitas a diferentes países. Contempla, medita, aprende y ejerce.
La clave para gestionar asertivamente tus emociones, es conocerlas y desarrollar inteligencia emocional. Una persona emocionalmente inteligente ha desarrollado las siguientes habilidades:
• percibe, detecta, se percata de sus propias emociones y las entiende.
• percibe, detecta, se percata de las emociones de los demás y las entiende.
• Maneja con eficacia su conducta emocional.
¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?
Desarrollar la inteligencia emocional es una tarea diaria que requiere voluntad y disciplina. ¿Te animas?
1. Conoce tus emociones: monitoréate, obsérvate, medita sobre tu conducta y reconoce tus sentimientos.
2. Gestiona tus emociones: controla impulsos. Detente, piensa y luego actúa.
3. Utiliza las emociones para auto motivarte: desarrollar la capacidad de poner en orden tus emociones, te ayuda a plantearte y alcanzar metas.
4. Reconoce las emociones de otras personas: sé hábil interpretando señales no verbales que te muestran lo que los demás necesitan o desean en realidad.
5. Maneja tus reacciones: expresa con prudencia, respeto, sensibilidad y precisión tus emociones. Sé sensible a las emociones de los demás.
¿Qué dice la Biblia sobre la gestión emocional?
“Por eso, pongan el máximo empeño en incrementar su fe con la firmeza, la firmeza con el conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos, el dominio de los instintos con la constancia, la constancia con la piedad, la piedad con el amor fraterno y el amor fraterno con la caridad. Pues si tienen todas estas virtudes en forma eminente, no serán inútiles ni estériles, sino que más bien alcanzarán el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor (2da. Pedro 1, 5-8).
Una persona ecológicamente saludable
El lema de nuestra Diócesis de Caguas para este año es, Abraza a Jesús: sé discípulo misionero. En Él vivimos, nos movemos y existimos, (Hech. 17, 28). Imagina que Jesús hubiera ido a evangelizar con el ceño fruncido, profiriéndole insultos a las personas que tropezasen con él en el camino, refunfuñando porque los discípulos no llegaban a tiempo o no comprendían su situación. ¡No habría podido lograr cumplir su misión y a su paso hubiera quedado una gran contaminación socioambiental! Nuestro modelo ideal es Jesús, quien vivió como una persona ecológicamente saludable que a su vez alimentó, protegió y preservó su ambiente ecológico integral.
Somos responsables de cada palabra, gesto, respuesta que expresamos y del efecto de la carga emocional que estas expresiones llevan. La ecología emocional como la exponen Soler y Conagla (2013), se trata de aprender a conocerte y conocer a los demás; comprender tus emociones y las ajenas; descubrir y practicar estilos sensibles para relacionarte con tu prójimo, con la naturaleza con la creación; dar importancia a lo que realmente lo tiene y liberarte de las ansiedades por tener, alcanzar y ganar. Una persona ecológicamente saludable está en control, en equilibrio y regala salud a cada ser que se cruza en su camino.
En el próximo artículo, se brindarán ejemplos de lo que son ambientes ecológicamente saludables y los que no, en los diferentes escenarios en los que nos desempeñamos. Además, ofreceremos algunas estrategias para propiciar y promover la ecología emocional en nuestros ministerios y parroquias, a fin de evitar la contaminación de nuestra hermosa Casa Común. Información adicional: sandraivettecruz@gmail.com.
Dra. Sandra I. Cruz Martínez
Secretaria de la Comisión de Catequesis
(Nota: Se utilizó la siguiente referencia no mencionada dentro del artículo: Morris, Ch. & Maisto, A. (2005). Psicología. Prearson. México).