Pensarlo raya en el misterio, pero todos sin excepción alguna fuimos por un tiempo tan pequeños como la punta de un alfiler. Ese fiat lux (hágase la luz) que Dios señaló para cada uno de nosotros fue sagrado: el instante cuando la vida comienza. Allá donde las memorias no alcanzan fuimos indefensos e interdependientes -como en toda etapa de nuestra existencia-. Allá en el vientre materno todos existimos en el silencio, ignorantes de toda situación externa llena o carente de amor, sin voz, sin derechos ni ciudadanía, sin bienes, sin culpas…
Las primeras palabras de la Constitución versan “Nosotros, el Pueblo de Puerto Rico”. Implican que somos todos; sin distinción de color de piel, credo, edad… Pero, hay un detente. Aquí no entran los no nacidos, en las semanas de gestación. En estos tiempos hay una distancia entre vivir y el derecho a vivir, o más bien, nacer y el derecho a nacer.
En la discusión del tema del aborto la voz de los sin voz, la que todos tuvimos, es silenciada. Los expertos en distintas disciplinas hablan, cada uno desde sus perspectivas e ideas, por no decir ideologías. Claro, nacidos determinando sobre la vida de los que no han nacido.
Es paradójico que mayo es el mes de las madres que tienen el don de convertirse en el hogar que custodia el misterio de la vida. El aborto arrebata la dignidad de este vínculo y llena el vacío con dolor. Dar paso a esas ideas abre las puertas a la deshumanización; abre paso a la ausencia de luz, de vida y de alegría.
Como creyentes la ley que reinará siempre será el amor que promueve y eleva la vida desde los valores evangélicos; un amor que busca la salvación personal y colectiva a la vez. La Conferencia Episcopal Puertorriqueña emitió un Memorial Explicativo sobre el Proyecto del Senado 693, que propone “la Protección del Concebido en su Etapa Gestacional de Viabilidad”. El documento versa 50 puntos que todo creyente debe repasar y reflexionar.
¿Cuándo llegaste?, preguntaría Padre Zabala (q.e.p.d.). Llegué a este mundo al filo de las 12:00 de un día veraniego en el sur de Borinquen a mediados de los 80, pero claramente existí los nueve meses previos. Con la cotidianidad, damos por hecho que el sol saldrá, pero, la vida humana tiene cierta fragilidad. Si lees estas líneas significa que no perteneces al grupo de los aproximadamente 150 mil personas que fallecieron en nuestro planeta hoy.
Finalmente, les comparto que hace algunos meses tuve la hermosa y alegre noticia de que seré papá. Para mí la vida desde la concepción ha sido, es y seguirá siendo un don de Dios, un privilegio infinito y un derecho; aunque este último no sea ley.
Enrique I. López López
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