Al igual que en todas y cada una de las catedrales de la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico, Mons. Álvaro Corrada del Río, S.J. presidió la celebración de la fiesta patronal. Los estamentos diocesanos fueron convocados el sábado, 18 de noviembre a las 4:00 p.m. para esta magna celebración. Una nutrida representación de gran parte de las comunidades parroquiales y religiosas estuvo presente.

Concelebraron junto al Obispo, el vicario de Pastoral Mons. Ramón E. Albino Guzmán, Mons. Humberto López Bonilla, rector de la Catedral La Candelaria, P. Ángel Valle, vicario Cooperador de la misma y P. William Saltares de la Fraternidad de la Misericordia. Se oró por Puerto Rico, y se dio gracias por la Providencia Divina.

En su homilía el Obispo comenzó relatando cómo llegó la devoción de Nuestra Señora de la Providencia a esta tierra. Aludió al Obispo Gil Esteves y su invocar el auxilio de la Divina Providencia para restaurar la catedral, que encontró en ruinas. Del mismo modo, enfatizó las coordenadas histórico temporales que dieron pie a invocar la Providencia Divina ante los avatares de signo político cuando hubo el cambio de soberanía a fines del siglo 19. “Ello suponía un cambio de perspectiva, un paradigma totalmente nuevo en nuestra realidad” señaló.

El Obispo llamó a reflexionar en el nuevo matiz que en el que se celebra la Fiesta Patronal en este momento de la historia. “Es preciso dar gracias, pues lo más llamativo y poderoso no fue el huracán que nos devastó, sino la solidaridad de tantos hermanos que salieron a las calles machete en mano a abrir caminos. Tal acción solidaria se mostró en el repartir comida, agua, combustible por muchos en fraternal asistencia a las necesidades de los hermanos. Tenemos que creer en la Providencia de Dios. Es un Dios cercano que nos acompaña siempre. Siendo signos de su cercanía hemos de seguir llevando ayuda los más necesitados. De ellos recibimos luz y fortaleza para seguir adelante”, afirmó.

También, el Obispo manifestó su gratitud a los sacerdotes que organizaron centros de acopio y han distribuido suministros en toda la diócesis.

Indicó que: “El relato de las Bodas de Caná fue un momento de gracia. Según el Evangelio de San Juan es el primer signo o milagro de Jesús.

En la actualidad tenemos que descubrir esos momentos de gracia, don de Dios que penetra e inquieta para que trabajemos en lo que hace falta. Tenemos que colaborar y dejar que otros nos ayuden. Todo hombre y mujer de fe tienen que vivir esos momentos para dar gracias y levantar a Puerto Rico”.

El Obispo terminó felicitando a los presentes que fueron a dar gracias. Recalcó que “en los momentos de dificultad Dios siempre estoy con ustedes”. Expresó su gratitud a los países que ha enviado ayuda a Puerto Rico. Igualment agradeció a las Siervas de la Caridad, al Coro de la Catedral, a los miembros del Camino Neo-catecumenal por cantar a la Virgen, a los diáconos y sacerdotes presentes.

(Waleska Velázquez)

 

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