“Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos”. Con estas palabras en Amoris Laetitia (numeral 52, capítulo 2) el Santo Padre hizo hincapié en el rol de la familia.

Por la misma línea Padre Víctor Rojas Rodríguez, delegado diocesano de la pastoral familiar en la Diócesis de Arecibo, explicó que: “Nosotros tenemos que saber darle valor al espíritu pero la sociedad líquida (término utilizado en Europa), no da estabilidad a los individuos. Ese desfase generacional viene porque ha habido un desfase en la integración de las áreas humanas. El individuo no se integra espiritualmente hasta que no se dan cuatro o cinco golpes”.

Alertó que: “El tiempo en el que estamos viviendo es un tiempo líquido, donde se han invertido la mayor parte de los valores fundamentales. Donde se reclama el derecho para preferencias. Estamos viviendo en un tiempo que exige muchos retos sobre todo de testimonio y fidelidad”.

Expresó que la exhortación apostólica lo que pide es acompañar a la familia. “Nosotros entendemos que hay que preparar agentes de pastoral familiar que acompañen a las familias según las necesidades actuales. El acompañamiento implica atención y cuidado a todo lo que la familia confronta”, aclaró.

Según dijo “tiene que haber un testimonio, por ejemplo de pequeñas comunidades de matrimonios”, por lo que aseguró que para las familias que recién comienzan o ya existentes están: los movimientos de apostolado familiar “muy importantes como modelos para los valores matrimoniales”; recursos legales provistos por la Iglesia; guías de preparación pre matrimonial; la Oficina de Promoción y Desarrollo Humano (antes conocida como Servicios Sociales Católicos) que atiende problemas como violencia doméstica, violencia intrafamiliar, y otras situaciones de la realidad actual.

De otro lado, expertos reconocen que la familia es clave en el desarrollo psicológico, emocional, el aprendizaje de la convivencia, entre otras. A pesar de los constantes desafíos y responsabilidades que conlleva la formación de sus miembros algunas herramientas útiles para el proceso son:

• Reconocer que como padres de familia se tiene la responsabilidad de transmitir los valores universales a los hijos.

• Mantener una comunicación abierta: El diálogo es esencial entre los miembros de la familia y debe caracterizarse por ser abierto, claro, transparente, el respeto por las opiniones, los sentimientos y la expresión de las emociones.

Demostrar el amor no solo con palabras, sino también con hechos: Dedicar tiempo a los hijos es fundamental, en cantidad y en calidad. De esa forma se les reitera que son importantes.

• Reconocer los errores, saber pedir perdón y enmendar los actos: Los hijos se dan cuenta de las equivocaciones y la actitud que se tome ante estas les enseñará cómo actuar ante sus propias faltas.

Enseñar a los hijos a hacer buen uso de la tecnología: Los padres tienen el deber de conocerla e informarse para poder guiarlos.

Dar el ejemplo: La mejor forma de aprender para el ser humano es imitando.

Ser receptivos y saber escuchar es clave, ya que los hijos también tienen muchas cosas que enseñar.

• Organización: Mantener claridad y consistencia en las acciones, normas, reglas y consecuencias del hogar.

“Tiene que haber una sólida enseñanza de la fe cristiana en el matrimonio y la familia. De alguna manera, solidificar o promover todo lo que sea estabilidad del matrimonio en la familia. En referencia a Cristo como el centro del vínculo del matrimonio, un libro del antiguo testamento dice: Cuerda de tres hilos no se quiebra”, puntualizó el sacerdote.

(Fuentes: Varias)

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