Cuando para el 1915, llegaron los Misioneros Redentoristas a Caguas, don Enrique Moreno, era el Alcalde de Caguas. Para aquel entonces, la zona urbana de Caguas, continuaba expandiéndose alrededor de las fábricas de tabaco de cigarros. Para la década de los años 20, el precio del tabaco y del azúcar, le trajo grandes ganancias a los cosecheros de Caguas. La Central Santa Juana, vio nacer otra, que se convirtió en su competencia, la Central Defensa, donde hoy se levanta el Centro Comercial Las Catalinas. Para el 1922, ambas empresas fueron compradas por la Eastern Sugar Corporation.

Entre los años veinte y treinta, el casco urbano de la ciudad se comenzó a extenderse hacia el , norte ,sur, este y oeste de la ciudad. Muchos de estos solares fueron adquiridos por familias migrantes de sectores agrícolas, que buscaban estar más cerca de las escuelas y de nuevos centros industriales que comenzaron a desarrollarse en Caguas. Este sector, distinto a los ya existentes para ese entonces como Paradís, Grillo, Estadium y Savarona, estaba rodeado por cuerpos de agua y se requería cruzar puentes para llegar el. Se cree que por eso el nuevo sector tomó nombre de Brooklyn, dado la similitud que tenía con la expansión de los condados de la ciudad de Nueva York.

El 13 de septiembre de 1928 el huracán de San Felipe, azotó a Caguas y a Puerto Rico. El progreso económico, producto del cultivo de la caña y del tabaco, lo destruyó el huracán. Sobrevino la escacez en nuestro pueblo. La gran depresión económica de los años treinta, siguió a ese huracán y muchos de nuestros campesinos y obreros emigraron al sur de Caguas, en lo que soy se conoce como la barriada Santo Domingo. Tanta era la necesidad material que para el 1933 el presidente de Estados Unidos Franklyn D. Roosevelt, aplicó el plan de Puerto Rico Emergency Relief Administration, mejor conocido como la PRERA, para alimentar a la población indigente.

En el año 1934, don Cipriano Manrique, donó una casa en este sector conocido como Brooklyn, donde las Hermanas de Notre Dame impartían la catequesis y los misioneros redentoristas comenzaron a celebrar misas. Se fundaron las primeras conferencias de San Vicente de Paúl, por laicos que comenzaron a socorrer las necesidades de estos migrantes empobrecidos por el huracán y el colapso de la economía agrícola. De otra parte, el entonces senador Luis Muñoz Marín, cabildeaba, para que esa ayuda federal, se extendiera a la construcción de casas, para los obreros agrícolas e industriales. En el 1936 se construyó la primera urbanización de vivienda para familias de escasos recursos: La Granja, el primer proyecto de la Puerto Rico Economic Reconstruction Administration o la P.R.A. por sus siglas en inglés. Muchos de los residentes originales eran trabajadores de las centrales propiedad de la Eastern Sugar Corporation y del Telégrafo y el Teléfono. Años más tarde, en los terrenos aledaños a la barriada Santo Domingo, donde colapsaba una hacienda azucarera, se construyeron las casas de la urbanización Bunker.

La capilla de este sector compuesto originalmente por Brooklyn, Santo Domingo, La Granja y Bunker, fue inaugurada en 1940, en honor a San Vicente de Paúl. De esta manera los misioneros redentoristas homenajeaban la gran labor humanitaria de estos primeros apóstoles que respondieron al mandato evangélico: “Denles ustedes de comer” (Marcos 6,37) Este plan iba dirigido a ayudar a los desempleados y necesitados.

Los años cincuenta fueron testigos de un gran auge apostólico en nuestra comunidad cristiana, con los socios del Santo Nombre, los miembros de la Legión de María y otras asociaciones encargadas de visitar los enfermos y traer a los niños a la catequesis.

Para los años sesenta un sacerdote belga, padre Gastón, estuvo casi doce años a cargo de la comunidad. Su pronunciación no era la más clara, pero si su pastoreo. La capilla de Brooklyn fue de las últimas, que pertenecen a la Catedral Dulce Nombre de Jesús, que mantuvo sus propios oficios de Viernes Santo por las calles de la comunidad. Desde el 1968, hasta cerca de los ochenta, Sor Rosa, de las Hermanas Trinitarias dirigió los cánticos litúrgicos en nuestras celebraciones eucarísticas. Fue también para esos años se construyeron las urbanizaciones Bonneville Terrace y San Alfonso.

Al final de la década de los años setenta, el crecimiento urbano de Caguas, obligó al Obispo de Caguas, entonces, Monseñor Grovas, a fundar nuevas parroquias. Los misioneros redentoristas, no daban a vasto, para atender las nuevas comunidades. Fue entonces cuando un sacerdote dinámico, de nacionalidad cubana y fundador de la Juventud de Acción Católica en la isla, venía todos los fines de semana a atender la comunidad de San Vicente de Paúl .El nombre de ese sacerdote fue como Monseñor Angel Valentín. Su obra quedó inmortalizada, al bautizar con su nombre nuestro salón de reuniones.

En la década del ochenta vimos tomar las riendas de la diócesis a Monseñor Enrique Hernández, quien impulsó el diaconado permanente. Los diáconos en nuestra comunidad podían considerarse la inserción de laicos casados en el clero diocesano. Esta riqueza pastoral, fortalecía la labor de numerosos ministros extraordinarios de la Eucaristía, que aún al día de hoy llevan el cuerpo y la sangre de Cristo a los enfermos de la comunidad.

En los noventa, los misioneros redentoristas mediante el Padre Gerardo, comenzaron a anunciar que se retiraban de la parroquia de la Catedral. Entrado el nuevo siglo, nuestra capilla, dio la bienvenida a los presbíteros diocesanos Padre Hipólito y Padre David. En los años del 2010, nuestra comunidad fue pastoreada por padre Melvin Montañez y el ex director de la Casa Manresa Padre Aurelio Adán asistido por el diácono Clemente Guzmán. Todos nos animaron a apoyar el plan diocesano de pastoral de conjunto y abrieron la brecha para recibir la visión y misión que hoy tenemos junto al Padre Kevin Cintrón.

Hoy al celebrar nuestro aniversario de diamante, vemos como brillan las oportunidades de servicio a los pobres, a los niños, jóvenes y ancianos de nuestra comunidad. Una comunidad muy diversa con nuevas necesidades. Oremos porque “la mies es mucha y los obreros son pocos”(Mt 9:37). Sin embargo, nos llena de esperanza que hoy como hace 75 años hemos tendido puentes y hemos enfrentado huracanes y situaciones difíciles.

Por la intersección de nuestro santo patrón Vicente de Paúl, lograremos cumplir con la misión encomendada para escuchar de labios de Jesús: “Ven siervo bueno y fiel, pasa a disfrutar del banquete que te ha sido preparado…” (Mt 25:23 )

Carlos Rubén Carrasquillo Ríos, Ph.D.

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