Su Santidad, Papa Francisco
Ciudad de El Vaticano
Roma, Italia
Implorando al Espíritu Santo para que le proteja y le guíe constantemente, le saludamos desde Puerto Rico con nuestros mayores anhelos de comunión filial y solidaridad con su Pontificado Magisterial en el gobierno y pastoreo de la Santa Iglesia Católica y Apostólica.
Nos duele profundamente los ataques de ciertas personas y de fuerzas extrañas a Su Santidad y a la gran obra profética y apostólica que está realizando como Pastor Supremo de nuestra Iglesia. Oramos a Dios Padre para que cuide su salud y le conceda la luz del Espíritu para continuar impulsando el proyecto del Reino de Vida con la fuerza y el testimonio al que nos llama nuestro Señor Jesucristo. Su agenda pastoral y misionera tiene que continuar con la firmeza y la alegría que brotan del Evangelio. Esta nos llama continuamente a la conversión y nos fortalece en el ministerio episcopal.
Así, agradecemos la renovación pastoral y misionera de la Iglesia que nos ha establecido como hoja de ruta en Evangelii Gaudium, y la convocatoria de una Iglesia pobre para los pobres que tomó fuerza profética durante el Año de la Misericordia. Tampoco, podemos olvidar la llamada en Laudato Si’ para despertar las conciencias y los corazones en el mundo entero ante el maltrato ambiental de la Casa Común, junto, a su sólido compromiso para erradicar el abuso de menores, incluso, por parte de algunos de nuestros ministros y de miembros en nuestras propias comunidades parroquiales. Es esa gran obra apostólica y misionera de renovación eclesial la que ha asustado a alguno señores carreristas en nuestra propia Iglesia y a algunos sectores poderosos en el mundo y los ha llevado a atacarle, personalmente. Han visto que, Usted, con su magisterio profético y su testimonio personal está calando hondo en el corazón sencillo del pueblo de Dios.
Por eso, Santo Padre, desde Puerto Rico le comunicamos que estamos totalmente vinculados a su magisterio y en total solidaridad con su agenda eclesial y misionera. Imploramos a María, Madre de la Divina Providencia que lo cubra con su manto materno y lo proteja de toda fuerza maligna que quiere hacerle daño a Usted o a la Iglesia Católica. Estamos con Usted, ahora y siempre, en Cristo Jesús, Nuestro Señor. ¡Adelante Santo Padre, con alegría y la pasión por el Reino de Dios que la caracterizan, siempre!
En Cristo Buen Pastor,