La Bula Misericordiae Vultus que redactó el Papa Francisco con motivo del Jubileo de la Misericordia, se puede dividir en tres partes. En la primera, explora el concepto misericordia; en la segunda, ofrece algunas sugerencias para celebrar el Jubileo; y en la última, hace algunos requerimientos.
El Santo Padre entregó la Bula ante la Puerta Santa de la Basílica de Letrán para explicar el significado del Año Santo. El documento sostiene que la misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. “Misericordia, es el acto último y supremo con el que Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado”, reza el documento.
De igual forma, anunció que el Año Santo abriría el 8 de diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción porque esa fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios, “porque después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar a la humanidad en soledad y ante el pecado Dios responde con la plenitud del perdón”.
Cabe mencionar que el inicio del Jubileo coincide con el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II que dio lugar a proclamar el Evangelio de una manera nueva -como decía Juan XXIII- “la medicina de la misericordia en vez de asumir las armas del rigor”.
El mismo documento establece que el tercer domingo de Adviento, 13 de diciembre, se abrirá la Puerta Santa de la Catedral de Roma, la Basílica de Letrán. Afirmó su intención de que en cada Iglesia particular, Catedral, Concatedral o en una Iglesia de significado especial, se abra por todo el Año Santo una Puerta de la Misericordia. “El Jubileo, por tanto será celebrado en Roma y en todas las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia”, especifica la Bula. Anunció que el Año Jubilar concluirá en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. Ese día el Papa cerrará la Puerta Santa.
De otra parte, el mismo documento papal, hace mención de las parábolas dedicadas a la misericordia. “Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia”, apunta el encasillado # 9. Al tiempo hace referencia a tres parábolas en particular: la oveja perdida, la de moneda extraviada y la del hijo pródigo. “En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo lo vence…”, señala.
Igualmente, “Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. […] estamos llamados a vivir la misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado la misericordia”. A su vez hace referencia a lo difícil que es perdonar, pero el Papa dice que el perdón es la herramienta que se ha puesto en las manos frágiles humanas para alcanzar la serenidad del corazón.
El Santo Padre informó que seleccionó Misericordioso como el Padre, como lema de este Jubileo. Sobre esto manifestó que en la Encíclica Dives in Misericordia de San Juan Pablo II, hace notar el olvido del tema de la misericordia en la cultura presente. “[…] parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia”, recordó Francisco.
De otro lado, la segunda parte de la Bula hace constar las diferentes formas de vivir el Jubileo, siendo la peregrinación un signo particular en el Año Santo: “Cada uno deberá realizar, de acuerdo con sus propias fuerzas una peregrinación. El Señor Jesús nos invita a no juzgar para no ser juzgados, no condenar para no ser condenados, perdonad y seréis perdonados”. Continuó diciendo “podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales”.
Además nos invita a cumplir con las obras de misericordia: corporales y espirituales. Las corporales son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos y enterrar a los muertos. Mientras las espirituales incluyen dar consejo al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y difuntos.
(Fuente: Bula Misericordiae Vultus)
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