(Homilía durante la Misa por Epifanía del Señor en la Catedral de San Juan el 6 de enero de 2015)

Queridos hermanos y hermanas:

Epifanía, Día de Reyes, Fiesta de los Reyes Magos son algunos de los nombres para identificar un acontecimiento narrado únicamente por el evangelista San Mateo. La esencia de la celebración de hoy es la adoración a Jesús por parte de unos magos de Oriente. Estos misteriosos personajes representan a los gentiles, a las personas que no son judías, a las personas de las distintas partes del mundo que son llamadas también a la salvación.

Hoy celebramos la fecha en que Jesús fue adorado por los gentiles. Sin adoración del Señor en este día estaríamos recordando, no celebrando la gesta de los Magos de Oriente. La adoración del Señor que resaltamos hoy es el motivo para la celebración de toda la Navidad. Adoramos a Dios que ha bajado del cielo.
Quisiera reflexionar sobre este acontecimiento con una sola palabra: búsqueda.

1. Los Magos de Oriente son personas en búsqueda de Dios. Ellos emprendieron un largo caminar. ¿Qué fue lo que les impulsó a emprender este viaje? La respuesta en sus propias palabras es la siguiente: “Porque vimos su estrella en el Oriente, y venimos a adorarle”. Jesús es estrella, es luz que brilla en el Oriente, que brilla en África, en Asia, en Europa, en las Américas, en el Caribe y en Puerto Rico.

Esa estrella que se vio en Oriente es estrella que se ve también en Puerto Rico cuando, como los Magos, miramos hacia lo alto para encontrar al que ha bajado del cielo. En un día tan especial como hoy, Puerto Rico, país en búsqueda de muchas soluciones, debe también mirar hacia lo alto, para no perder su rumbo, para no desvirtuarse, para no errar en su caminar.

Los puertorriqueños y puertorriqueñas nunca debemos de dejar de buscar en lo alto las soluciones a nuestros problemas. “Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”, decía el salmista (120). Sin el auxilio que viene del Señor, nuestra búsqueda a las soluciones de nuestros problemas estaría incompleta. Dios ilumina esa búsqueda. La ilumina con su Palabra. Palabra que se ha encarnado en Jesús. El Señor ha hecho el cielo y la tierra. Sí, la tierra puertorriqueña, la tierra donde vivimos, es obra de Dios. Él la ha hecho para que lo encontremos. Solo fijando nuestra mirada en lo alto, en el infinito, como los Magos, lo encontraremos.

2. Los Magos representan a aquellos que buscan a Dios con claridad de corazón. Ellos no confunden al Rey del Universo con un rey terrenal representante de los poderes humanos de este mundo. Ellos, en su búsqueda del Rey de los judíos, se encontraron con otro rey, Herodes. A Herodes, le hablaron de Jesús, lo evangelizaron. No lo adoraron. Al Rey Herodes no le dieron los regalos que eran para el otro Rey, Jesús, Rey de los Judíos, Cristo Rey. Ellos sabían distinguir un rey del otro, el poder humano del poder divino.

Los magos de Oriente nos ponen en práctica lo que luego nos diría Jesús: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios?”. Y, ¿qué es lo que debemos dar a Dios? Adoración, gloria, honor, lo mejor de nuestros dones. Ellos ante el Rey Humano no se postran; en cambio, ante un Niño, se rinden. No los deslumbró el trono de Herodes, sino el pobre pesebre; no les atrajo las lujosas vestiduras del rey humano, sino la escasez de ropa del Niño en pañales; no los fascinó el rey humano acompañado de sumos sacerdotes, letrados y sabios políticos, sino aquel Niño acompañado por la mejor de las intercesoras, María. Del Palacio grande de Herodes salieron vacíos de Dios, de la casa pobre de María salieron llenos del Creador. La meta de su caminar no era el reinado terrenal de Herodes, sino un caminar hacia el Rey de los Judíos.

Los Magos de Oriente nos enseñan a qué poder adorar, qué es lo que verdaderamente nos debe cautivar, qué nos debe fascinar; nos enseñan que la grandeza humana es distinta a la grandeza de Dios; que no debemos adorar a un rey que se desconcierta ante la noticia del nacimiento del Niño Rey, sino adorar al Niño que es paz, nos da su paz y nos pide ser instrumento de su paz.
De la misma manera que el nacimiento de Jesús fue el punto de partida de la búsqueda de Dios por los Magos de Oriente, oremos para que la celebración de esta Navidad sea punto de partida para que todos y todas en Puerto Rico iniciemos un nuevo caminar hacia la búsqueda y encuentro de Dios.

Al Puerto Rico celebrar el Día de Reyes muestra su alegría por el nacimiento de Jesús, reconoce que la adoración solo es a Dios, y ve en los regalos de los Magos la importancia de dar, de compartir, de ser solidarios y generosos, especialmente con los más necesitados. Como los Magos, caminemos hacia Dios; con los Magos, adoremos a Jesús; y por los Magos, mantengamos esta bella tradición, que más que un recuerdo es una fiesta de fe y adoración a Dios. Una fiesta que debemos proteger, promover y legar a las futuras generaciones.
¡Que Vivan los reyes magos! ¡Que viva Puerto Rico! ¡Que vivan nuestros niños y niñas! ¡Que viva la inocencia!

 

Mons. Roberto O. González Nieves, OFM

Arzobispo Metropolitano de San Juan

 

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