La infancia de Christopher no fue siempre fácil. Nació hace casi 20 años, el 23 de octubre de 1998, en Aibonito. Pertenece a la parroquia de San Juan Bautista de Orocovis en la Diócesis de Arecibo.

De pequeño, estudió con las Salesianas de Don Bosco en el Colegio San Juan Bautista en Orocovis. Esa etapa fue especialmente alegre, de gratos recuerdos. Entre ellos, el de asistir todos los domingos con su madre a la celebración de la Eucaristía.

A los 12 años, comenzó a sentir inquietud vocacional. Con la ayuda de su tía, sor Magna Martínez, salesiana, asistió a una convivencia vocacional en la casa de retiro de Don Bosco en Aibonito. Tuvo momentos buenos, pero sentía que ese no era su lugar.

La adolescencia estuvo marcada por situaciones difíciles, como la separación de sus padres, y continuas tragedias familiares. Reconoce que en una visita al Santísimo volvió a sentir la llamada del Señor a servirle. Todavía no sabía cómo.

Las redes sociales jugaron un papel importante. Entró en contacto con P. Luis Alberto, al ver una foto con el hábito, y mantuvieron comunicación hasta días antes de la convivencia a la que le invitó. También a través de las redes sociales conoció al H. Jorge Ramírez. Los hermanos Pedro Rivas y Abner González le ofrecieron transportación, y así llegó a la casa de formación. “Al llegar -cuenta Christopher- vi el hermano Jorge, me dirigí hacia él, lo saludé con mucha alegría. Al entrar por la puerta de la casa sentí que estaba en mi lugar, mi hogar. Desde esa convivencia sentí que el carisma que poseen los escolapios, la manera cómo viven la vida consagrada a Dios y la educación, es algo que los hace tan únicos, que me dejaron locamente enamorado”.

Tras las convivencias vocacionales llegó el momento de comenzar la formación inicial. Su familia le apoyó, y encontró decisivas en el proceso las experiencias de catequesis con los jóvenes, oración continua, y acompañamiento en los retiros. Con las dificultades normales, pero también con las alegrías normales, completó 2 años de pre-noviciado. Durante ese tiempo conoció mejor la Provincia. Destaca el apoyo que la Provincia provee como familia, en los buenos y malos momentos. En el futuro, le gustaría encontrar proyectos que contribuyan a la educación de los jóvenes y que tengan impacto social.

En mayo de 2018 solicitó la admisión al Noviciado, “porque siendo escolapio puedo dar respuesta a lo que Dios me pide: un sacerdote para transformar la sociedad a través de Dios”.

En el mes de julio, Christopher irá a México junto con José Colón, y comenzará su Noviciado en Celaya. Ténganlo presente en sus oraciones.

 P. Francisco J. Aisa, Scph

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