Feligreses de distintos pueblos de la isla llegaron hasta Aguadilla para conmemorar el aniversario número 100 de la procesión de la Virgen del Carmen, tradición que data desde 1917 según registros de la historiadora Haydée Reichard. Desde las 8:00 de la mañana del pasado domingo, 16 de julio el pueblo se congregó en la parroquia San Carlos Borromeo para participar de la Santa Misa y de ahí partir en procesión.
A las 8:30 a. m. inició la celebración eucarística presidida por Monseñor Álvaro Corrada del Río, Obispo de la Diócesis de Mayagüez, concelebrada por Padre Delroy Thomas Scott, párroco de San Carlos y Mons. Ramón E. Albino, vicario de pastoral de la Diócesis, así como diáconos y seminaristas.
Durante su homilía Mons. Corrada expresó que: “Aguadilla es tierra y es mar y nosotros somos hombres y mujeres de tierra y de mar. Quiere decir que somos hombres y mujeres que vivimos terrenamente pero también vivimos del mar. Vivimos más allá de la tierra, vivimos de todo lo que es espiritual, profundo, de Dios. […]”.
Partiendo del ejemplo de que los niños cuando llegan “a los terribles 2 a todo le dicen ‘no’” recordó que “el ser humano no vive de ser de 2 años toda la vida. El ser humano tiene que aprender a decir que sí, como María Santísima. Sí a Dios, sí a la caridad, sí a cumplir con mis hermanos y hermanas, sí a luchar juntos, sí a visitar a los enfermos, sí a dar de comer al hambriento. No le tengamos miedo a la pobreza”.
En su mensaje, Monseñor catalogó como providencial y voluntad de Dios, que en el mismo año (1917) que la Virgen de Fátima se aparece y aparece como Virgen del Carmen, “comienza aquí en Aguadilla esta devoción de llevar la Virgen del Carmen al mar. […] La Virgen del Carmen, en Puerto Rico, es la devoción más profunda y de más larga duración que tenemos. Y es porque la Virgen nos ha prometido a nosotros que no le tengamos miedo al infierno. El que lleve el escapulario de la Virgen del Carmen sabe que no hay infierno que te detenga de la vida con Dios eternamente, esa es la promesa de la Virgen”.
Luego de la bendición final los presentes hicieron fila para recibir el escapulario de la Virgen del Carmen, previamente bendecido por el Obispo.
Bajo el sol candente del verano, se realizó la procesión terrestre a la que asistieron pescadores, laicos, sacerdotes, religiosos/as y público en general. Esta partió desde la parroquia y continuó por la calle Marina hasta llegar a la lancha que pasearía la imagen por espacio de una hora. Durante la caminata se realizó el rosario dedicado a los pescadores.
Llegado al punto de salida, tras bajar unos escalones subieron la imagen de la Virgen a un bote que la llevó a la lancha principal. Mientras representantes de distintas congregaciones se preparaban para embarcar, decenas de lanchas más pequeñas rodeaban las naves principales y desde algunas lanzaban flores al mar.
A lo largo de la costa se apreciaban cientos de personas, de todas las edades, que llegaron unos para participar de la tradición y otros para disfrutar de un pasadía refrescante. A medida que pasaba el tiempo el público se aglomeraba cada vez más a lo largo del Paseo Real Marina que ubica en la costa del pueblo. Entre sombrillas y carpas se las ingeniaron para cubrirse del sol y presenciar el histórico evento.
La emoción era evidente en los rostros de las personas, quienes con celular y cámara en mano no pararon de tomar fotografías y videos como parte de sus recuerdos. Los aplausos y la emoción no se hicieron esperar una vez inició el recorrido por agua.
El paseo marítimo culminó llevando a la Virgen hasta la pescadería Cosechas del mar, ubicada frente a la costa aguadillana.